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miércoles, 14 de noviembre de 2012

Palenque y sus Enigmas


El Palenque, cuyo origen exacto se desconoce es un lugar de una belleza hechizadora. Durante cientos de años, el verde de la selva, húmeda y tropical, cubrió sus magníficos e increíblemente bellos monumentos de piedra.
En la espesura de las selvas chiapanecas, las ruinas de Palenque rinden tributo al esplendor de la civilización maya. Aunque la ciudad no fue tan grande como Tikal o Copán, ni tan decisiva en la historia maya como Chichén Itza, el legado arquitectónico y artístico que alberga no tiene igual en la arqueología mesoamericana.
Según los historiadores, fue fundada como aldea agrícola alrededor del año 100 a.C. con el nombre de Lakam Ha, que significa «aguas grandes», en alusión a las cascadas de los alrededores. Entre los siglos II y VI se convirtió en una ciudad y, en el curso del siglo VII, en la capital de B’akaal, uno de los estados mayas más prósperos.
Sus gobernantes se jactaban de pertenecer a un linaje tan antiguo como la Creación, que los calendarios mayas fechaban en el año 3114 a. C. Abandonada misteriosamente, esta ciudad poblada por los fantasmas de su esplendoroso pasado se mantuvo oculta y el increíble y selvático paisaje cubrió con su vegetación la piedra tallada, los templos y la magia secreta de los mayas.

Ruinas de Palenque Tumba Sagrada Maya del Rey Pakal Perdida en la Selva
Hoy se presenta ante nuestros ojos explorada en cada milímetro por arqueólogos, investigadores y curiosos, pero su misterio sigue siendo impenetrable. Esta joya une la generosidad de la naturaleza y el fértil verdor de la selva con la magia de sus pirámides escalonadas, en el estado mexicano de Chiapas, donde todavía habitan los descendientes de la sabia y desaparecida civilización maya.



Un viajero estadounidense John Lloyd Stephens (1805—1852)  relató sus experiencias en Palenque en el año 1841 , y atrajo las miradas de aventureros y arqueólogos hacia la ciudad escondida. Desde entonces, Palenque no ha dejado de ser visitada y estudiada, sus escalones de piedra, gastados por los siglos, ascendidos y descendidos en la búsqueda de cada huella y de cada indicio que sirva para acercarnos a una cultura desaparecida.

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